Desde la irrupción de su actual administración tras un pacto de gobierno, los vecinos han manifestado reiteradamente su preocupación por el estado calamitoso del barrio de la Montaña entre otros, donde un socavón de dimensiones alarmantes no sólo amenaza la infraestructura del edificio colindante, sino que también pone en riesgo la seguridad de los habitantes, por ello la ilustre mandataria fruto creemos del consejo profesional ha vallado el perímetro desde el día del suceso. Pese a las reiteradas peticiones y clamores por una pronta intervención, la respuesta de la alcaldía ha sido, en el mejor de los casos, tibia y evasiva, exacerbando la indignación popular.
A esta problemática se suma una creciente sensación de inseguridad que ha cundido en las calles de "póngale el nombre que desee". Los episodios delictivos han ido en aumento, y la falta de una estrategia clara y efectiva de futuro por parte del consistorio ha dejado a los ciudadanos en un estado de incredulidad, cuanto menos. El sentimiento generalizado es que las prioridades del gobierno local distan mucho de las necesidades apremiantes de sus gobernados.
La opacidad en la comunicación ha sido otro factor determinante en el creciente malestar. La alcaldesa de "póngale el nombre que desee" ha rehuido sistemáticamente ofrecer versiones y ruedas de prensa esclarecedoras sobre los problemas que afectan a la vida diaria de los vecinos. Este silencio institucional no ha hecho sino alimentar las especulaciones y el desasosiego, dejando a la población en un limbo de incertidumbre y desinformación.
Las tensiones han alcanzado su punto álgido con las recientes denuncias que pesan sobre algún concejal del equipo de gobierno. La falta de explicaciones convincentes y la percepción de una gestión negligente según la trabajadora del municipio que denuncia, han deteriorado aún más la imagen de la administración municipal, encendiendo los ánimos de una ciudadanía que se siente en algunos casos con sentimientos encontrados.
En medio de este clima de descontento, las voces críticas se multiplican y se alzan con mayor estridencia. Los habitantes de "póngale el nombre que desee" demandan acciones concretas, transparencia y, sobre todo, la atención diligente de sus gobernantes a los problemas que aquejan al pueblo. La paciencia, al parecer, ha llegado a su límite, y el futuro de la gobernante no pasa en lo local por la mejor de sus épocas ya que el clamor popular le achaca a ella en primera persona la paralización de muchas decisiones, proyectos y visados trabajados desde abajo hasta concejales que se topan con el dique de su rúbrica. Por cierto, cualquier parecido con la realidad obviamente es pura coincidencia.
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