Comienza el juicio por el caso Noos, uno de los que mayor expectación han levantado en nuestro país en las últimas décadas. Ver en el banquillo de los acusados a una Infanta de España (admita o no el tribunal la aplicación de la doctrina Botín) es muy llamativo, aunque antes otros juicios levantaron aun mas expectación. Este país es como es y no creo que estemos en condiciones de conseguir que cambie en temas con tanto morbo. Levantó aun mas expectación el juicio contra Isabel Pantoja, que llegó a niveles parecidos al de la boda de Lolita, la hija mayor de la Faraona. Aun resuenan en nuestros oídos las ilustradas palabras con las que Lola Flores intentaba desahogar la situación ante aquel gentío que no aflojaba ni un milímetro en su empuje por presenciar una ceremonia a la que habían sido invitados a través del incontenible populismo de los protagonistas del enlace. Si me queréis, irse!!! Lo de la Pantoja fue similar, aunque en esta ocasión el riesgo de la artista fue mayor y
lejos de terminar en una noche nupcial terminó con los huesos de la susodicha en la cárcel.
Es el nuestro un país en el que la justicia es tal si se ajusta a lo que las masas hemos decidido con anterioridad. En caso contrario, además de ser manifiestamente injusta, es un cachondeo. De hecho la Infanta Cristina lo lleva crudo, sea con la doctrina Botín o con la Atutxa, ya la hemos declarado culpable. Unos por tonta y otros por espabilada pero culpable al fin y al cabo.
Antes me cabreaba mucho con la continua negación de la presunción de inocencia que desde los medios de comunicación y desde la propia sociedad se establecía en según qué casos. Ahora ya no me altera. He comprendido que para un amplio sector de la población la justicia es aquella administración que funciona bien cuando dicta lo que opina la calle y es inoperante, anticuada y administrada por jueces vagos e incompetentes (aquí no falta razón en algunos casos) cuando no mete en chirona a los que nos apetece. Creo sinceramente que la hierática cara de la Infanta en el primer día de la Vista Oral tiene mucho que ver con mi pensamiento anterior. Diga, haga o demuestre lo que sea ya está condenada.
Independientemente del resultado final de este proceso judicial, lo que me llama sobremanera la atención es la actuación del marido de la Infanta. Si lo que indica la instrucción del sumario es real, este tío es idiota. Idiota de la pura ambición que lo embadurna. No le ha llegado con el pelotazo de casarse con una Infanta, con la asignación económica de la Casa Real, con un empleo facilitado por su estatus a pesar de su incapacidad, con unas relaciones sociales increíbles en las que su única función era estar callado, dejar que hablase la Infanta para que no se notasen sus carencias, con un futuro garantizado sin más esfuerzo que el de permitir que pasasen los años sin meter la pata. Ha tenido que hacer lo único que sabe hacer, pero que es lo único que no podía hacer, el gilipollas.
Está claro que solo le queda un futuro posible en el que pueda seguir haciendo lo que sabe y ganar dinero con ello, seguir los pasos del Pequeño Nicolás y entrar en la basura televisiva. Ahí puede ser todo lo idiota que quiera, que a mayor idiocia mayor nivel de ingresos y mayor apoyo de la cadena televisiva para hacerle un lavado de imagen.
Es lo que se lleva ahora, lo que mas consume nuestra sociedad, nos transforman emuladores del hermano de Alfonso Guerra, el famoso Mi Henmano Juan Guerra, en líderes de audiencia capaces de conseguir que olvidemos el uso indebido de un despacho oficial y la influencia del político que lo ocupa (todavía del PP inexplicablemente) para conseguir ocultos e inconfesables objetivos.
Está claro que en este país nuestro en el que acabamos de ver la constitución del nuevo Congreso de los Diputados en el que solo faltó la cabra dando vueltas encima de la escalera al son de una trompeta, en temas de la justicia que afecta a los famosos, hay tres opciones. Los condenados antes del juicio, caso de la Infanta Cristina, los amnistiados a través de la tele basura, véase al Pequeño Nicolás, y los intocables como ocurre con el defraudador Messi.
Resulta cuanto menos curioso lo del argentino que, defraudando a Hacienda más que lo supuestamente defraudado por Urdangarín, sigue correteando por los campos de fútbol y recogiendo premios aquí y allá sin que nadie ponga en cuestión su honradez. El argentino intentó defraudar y solo pagó cuando lo pillaron. Sobre él no pende colgada de un hilo la espada de Damocles de la cárcel. Curioso. Imagino que cuando haya explicado ante la Agencia Tributaria el motivo de su mangoneo, lo habrán dejado por imposible al ser incapaces de entender lo que decía ya que, salvo los comentaristas deportivos, no conozco a nadie que sea capaz de entender a este tipo cuando habla.
Había un anuncio en televisión años después de morir Franco, en el que un anciano al que se suponía aislado del mundanal ruido preguntaba "¿y Franco qué dice de esto?" Pedro Sánchez, en un acto de traición a sus votantes acaba de prestar cuatro senadores a los separatistas catalanes para que tengan grupo propio en el Senado. No cabe mayor acto de deslealtad y uso ilegitimo del voto de los ciudadanos que le apoyaron tras su presentación como candidato enmarcado en un escenario que tenía como fondo la bandera de España, que usar esos votos ahora para dar alas, dinero y tribuna a quienes quieren romper España y se ciscan en esa bandera todos los días del año.
Emulando aquel anuncio de televisión cabe preguntarse ahora, ¿y Felipe qué dice de esto?
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