Terminaron las fiestas, unas fiestas de interés turístico nacional y que han pasado sin pena ni gloria en la ciudadanía.
La excusa desde el gobierno ha sido la falta de recursos económicos dejados por el anterior gobierno y que ha limitado mucho el poder de acción del actual. La celebración de un único concierto con un tipo de música para un público muy concreto y las orquestas junto a algún acto populista como el de dar paella en la plaza del pueblo, han constituido a groso modo la programación de fiestas. Salvable como siempre el espectáculo de arte y dedicación de los piratas del Tajo, poniendo colorido e imaginación a sus barcas, un espectáculo que va por la nada despreciable cifra de 40 años.
Las excusas al fin y al cabo no dejan de ser justificaciones sin sentido en el caso de la política, porque si bien a nadie se le pone una pistola en el pecho para que acceda a un cargo público, la situación de las arcas municipales son bien conocidas por todos por lo que nadie se puede llevar a engaños con lo que hay o deja de haber.
El Ayuntamiento y su gobernabilidad exige un esfuerzo y sobre todo mucha imaginación que supla esa escasez económica que facilita mucho todo. Son tiempos de esforzarse e intentar sacar la mejor versión del político para gestionar y procurar contenido por una mínima inversión.
Si a una programación escasa le unimos la particular situación que vivimos con el acceso principal a la ciudad cortado, hacen que el balance festivo partiera con un claro handicap para triunfar.
La circulación por Aranjuez ha sido un verdadero caos, tener que atravesar la ciudad para entrar o salir mientras se estaban celebrando actividades, calles cortadas etc. ha hecho que la paciencia de algunos vecinos, entre otros los de la montaña, se haya llevado al límite.
Qué decir de los incidentes que volvimos a sufrir en la macro discoteca, peleas, consumo de alcohol indiscriminado, suciedad sin límite y una nula disposición al divertimento y sí a la gresca hacen de este tipo de actos algo en lo que el Ayuntamiento tiene que tomar cartas en el asunto. No vale con el chascarrillo popular del "todos hemos sido jóvenes" cuando el "divertimento" de unos se convierte en un problema de orden público. Quien le pone el cascabel al gato con una medida tan impopular, será algo que deben solucionar, pero que hay que tomar.
La venta de alcohol a menores en establecimientos céntricos, nada escondidos y a la vista de todos, con colas inmensas son actitudes que deben controlarse y frenarse de manera radical, porque entre otras cosas incumplen la ley.
Entre tanto nuestros políticos influencers, algunos de ellos, se les ha visto en diferentes actos ya que han dejado prueba gráfica en las cuentas sociales de sus partidos y las propias, y a otros ni se les ha visto, curiosamente los que entraron en sus concejalías de rondón y que cada día su papel es puramente testimonial, algo que deberán explicar a sus votantes, en política como en la vida no todo vale.
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