Ayer publicamos una fotografía de gente joven y como siempre se difumina los rostros de los protagonistas primeramente por respeto y segundo por no tener la certeza de su mayoría de edad. Estos jóvenes se estaban subiendo en jarrones del jardín de la Princesita con el claro peligro ante una caída para ellos mismos, y por el deterioro o rotura de los mismos y la consiguiente pérdida para el patrimonio arquitectónico local.
A raíz de dicha publicación realizada con el máximo respeto y dejando al lector la capacidad analítica y de opinión, se han sucedido tanto pública como en privado amenazas escritas, presiones de todo tipo y cuestionamientos hacia nuestro medio por dicha publicación. Muy pocos se han parado a analizar en que punto de la sociedad estamos donde se ampara al "infractor" y se carga contra quién denuncia una situación de vandalismo, en lugar de cuestionarse la sociedad el tipo de educación que estamos dando a los jóvenes, en lugar de reprender esta situación públicamente, en lugar de manifestar mínimamente el malestar por estas conductas, preferimos acribillar al medio a emails, amenazas e insultos (todos debidamente denunciados).
Estamos creando una generación de niños de cristal en lugar de hacerlos responsables de actitudes irresponsables, estamos creando una sociedad con pocos valores ni respeto por lo público y es algo que nos debemos hacer mirar. Luego seguramente todos estos padres que se alarman por este tipo de publicaciones serán quienes se quejen del alcalde-alcaldesa de turno por tener las calles sucias, bancos rotos o determinadas situaciones de inseguridad.
Lo dicho, una reflexión de la sociedad ribereña no vendría mal.
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