Tras los últimos acontecimientos vividos en torno a la reorganización de grados por parte de la Universidad Rey Juan Carlos, así lo han llamado finamente para que parezca menos doloroso, están dejándonos imágenes para la fototeca y el recuerdo.
Unos estudiantes volcados en defender el poder seguir estudiando donde legítimamente han elegido, movilizados como sólo ellos saben hacer, con ilusión y fuerza en la lucha, volcados en redes sociales haciendo ruido, manifestándose por las calles de Aranjuez para hacer visible el problema, manifestándose legititima y pacíficamente en el rectorado de Móstoles.
Por otro lado la clase política local, quienes gobiernan y quienes aspiran a hacerlo o al menos tienen representación municipal, con una postura ambigua, edulcoradamente medida, que se ha puesto de perfil ante una clara pérdida de peso específico de la ciudad con la supresión de estas carreras.
Entre tanto, la ciudad de Aranjuez mantiene una cesión de un histórico y ruinoso edificio, el hospital de San Carlos a la Universidad por nada menos que 75 años.
Cabe la reflexión siguiente, una reorganización de grados del tipo que está realizando la Universidad no es una acción proyectada a corto plazo, exige unos tiempos de estudio y planificación, nadie en el equipo de gobierno local ni en los 25 concejales que forman la corporación municipal tenían una mínima sospecha de esto, en serio?. ¿No es mucha casualidad que justo un año antes de saltar este problema la URJC comience las obras del edificio cedido?
Parece que en Aranjuez estamos acostumbrados a que nos pasen por la derecha sin defendernos, sin luchar, sin apoyar a los afectados, sin siquiera alzar la voz, esta actitud inerte es la que está llevando a Aranjuez a la situación que está, una ciudad que en tiempos fue referente comarcal en consumo y comercio hoy es lo que es, y lo más preocupante, sin un proyecto de lo que queremos ser como ciudad.
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