Demasiadas zonas verdes y áreas de esparcimiento, donantes de bienestar urbano, aguantan como pueden, entre el desprecio minoritario de vecinos intolerantes con nula sensibilidad y la indiferencia absoluta de los mandatarios municipales.

Reconociendo favorablemente la cuestión anterior, vallamos a la profunda realidad actual, cuya visión no refleja el interés que debiera suponer para la administración, conservar incluso mejorar este legado verde recibido, del que nos podemos sentir orgullosos; pero a la vez, muy necesitado de esfuerzos económicos, personales y de gestión, que bastantes ciudadanos incluido este grupo ecologista, encuentra infinitamente mejorables, por expresarlo fino, cuando en honor a la verdad, habría que reconocer una lamentable actitud e incompetencia de sus responsables municipales.
Tomemos como ejemplo la calle Almíbar, que resulta ser una de las más importantes del casco histórico de la ciudad por su longitud y carácter comercial. Cuenta en su alineación con un total de 127 alcorques, dentro de los cuales sobreviven 93 pies arbolados (incluidos ejemplares con elevada decrepitud) de melojo Quercus pyrenaica y 34 huecos o vanos sin reponer, resultando un déficit arbolado entorno al 27 %. Otra calle con disposición similar de alcorques, como la Avda. Plaza Toros cuenta con 61/21 y un déficit del 26 %.
El perfil del ratio reflejado anteriormente de vanos sin reponer, seria extrapolable a otras muchas calles del casco urbano, siendo indicativo del extraordinario trabajo pendiente de ejecutar, por los servicios técnicos municipales en tratar de minorar este resultado, repoblando los huecos con nuevos pies en buen estado y porte adecuado, así como asegurar su permanencia mediante vigilancia, tutorado y riegos suficientes Varias son las causas que podemos citar referentes a la decrepitud y seca que precede a los alcorques vacíos o parterres aclarados, siguiendo con la calle Almíbar (podría ser cualquier otra), en primer lugar observamos, que no llega el agua a todos los alcorques en suficiente cantidad, produciéndose estrés hídrico en bastantes pies, tenemos constancia que algunas personas tienen la “manía” ¿por ignorancia?, en descargar el agua de limpieza de la fregona (contiene un arsenal de sustancias químicas nocivas) sobre el alcorque mas cercano y por ultimo, algunos locales parece molestar la presencia arbolada o arbustiva en su zona y parecen actuar de forma deliberada para su apeo.

Entretanto, nuestra afanosa Delegación ambiental, gasta sus insuficientes recursos en retirar algas del río para facilitar un evento privado, firma convenios de espinosa justificación, pero sobre todo y mas lamentable, la sensación de torpeza e incapacidad que guía su actividad.
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