Estamos asistiendo de un tiempo a esta parte a un cambio en la política, las formas de hacer política e incluso al aspecto menos encorsetado de sus protagonistas. En muchos casos se ha cambiado la sobriedad del traje y corbata, del vestido y el tacón de rigor en los actos institucionales o de toma de posesión de los cargos, por un look más informal que podríamos calificar en ocasiones como irrespetuoso con la entidad del evento.
Fuera de nuestras fronteras el ejemplo más claro de otra forma de hacer política se perfilaba en Grecia. Las promesas y argumentos que llevaron a Tsipras a ganar las elecciones se veían por parte de los partidos emergentes como Podemos como un abanderado, un impulsor, que iniciaría el camino hacia la nueva política, una política mas dirigida a salvaguardar los intereses del pueblo y no supeditada tanto a Europa, a los mercados y a los países que dentro de la Unión parecen manejar al resto cual marionetas de transparentes hilos.
El transcurrir de los acontecimientos ha dado la razón a los agoreros que vaticinaban estas promesas, que llevaron al dirigente Griego a ganar las elecciones, como un programa insostenible. Hemos asistido en poco tiempo a un flaco favor al pueblo griego, un mayor endeudamiento y una debacle total.
Desde que ganó Alexis Tsipras intentó ponerse frente a Europa creyéndose el David que pretendía luchar en solitario con un Goliat con muchos intereses existentes, unas normas y unas cotas ya creadas que le hacían darse una y otra vez contra el muro de Europa.
Durante el tiempo transcurrido hemos asistido a un tensar constante de relaciones entre Grecia y Europa a la par que el gobierno griego buscaba que ésta le siguiera prestando dinero sin compromisos claros de pago. Todo esto ha costado dinero tanto a Europa cómo principalmente a Grecia que ha visto como era víctima del famoso "corralito" entre otros, y de qué manera su Gobierno pagaba intereses de más por no cumplir los plazos de pago de sus créditos, como su gobierno gastaba dinero de sus precarias arcas en consultas para ver si decían sí o no a un nuevo rescate y/o a unas nuevas medidas que finalmente han tenido que aplicar de forma irremediable.
Todo este tensar relaciones parece no haber servido de nada puesto que finalmente Tsipras ha dimitido y el mes que viene hay nuevas elecciones en Grecia. ¿Alguien ha sacado cuentas de lo que ha supuesto este teatro tanto para Europa cómo para el pueblo griego?.
Cuando oímos el tan manido argumento de que hay que votar, que el voto es la máxima expresión democrática que tenemos los ciudadanos lo tomamos a chufla, vemos que ir a depositar nuestro voto y perder una hora de nuestro precioso tiempo de domingo no lo merece, en Grecia tenemos el claro ejemplo de la importancia del voto.
Más cerca, en Aranjuez estamos sufriendo en nuestras carnes la importancia de votar con cabeza, dándole un mínimo de importancia a los programas y no a las campañas publicitarias o el tirón mediático que determinados dirigentes tienen a nivel nacional.
La amplitud del panorama político que dejaron las elecciones locales en Aranjuez están trayendo de cabeza a nuestros políticos locales. No conseguir una mayoría absoluta como era costumbre como forma de gobierno ha dejado en Aranjuez un espacio muy abierto al diálogo, algo que nuestros políticos no han entendido aún y fruto de ello 3 meses después de las elecciones, los partidos políticos no saben los medios con los que cuentan para poder desarrollar su labor de control al gobierno y trabajo diario.
Otra de las consecuencias de votar tutelados por las campañas mediáticas y sin molestarnos en conocer mínimamente los programas o al menos a las personas, ha sido la que estamos viendo en los últimos días, el abandono de la cabeza de lista de Ciudadanos y su posible paso al grupo de concejales no adscritos en algo mas de 3 meses desde que la votaran va camino de récord.
Fdo. Un desilusionado votante.
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